Decoración navideña: lo que se lleva y lo que no

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Otra Navidad más está a punto de celebrarse. Cuando llega esta época del año, lo habitual es engalanar la casa en mayor o menor medida. Dotar a las estancias de cierto ambiente festivo pasa por recurrir a grandes clásicos como el árbol, el nacimiento o algunos sutiles adornos repartidos aquí y allá. Cualquier habitación puede ser receptora de espíritu navideño en términos decorativos, pero cada año las tendencias se revisan y ciertos colores y estilos se ponen más de moda que otros. Vamos a hacer un repaso de qué esta in y que está out de cara a las fiestas navideñas.

No al azul, sí al rosa

Nadie pone en duda que el rojo es el color navideño por excelencia. Si los adornos que usas para el árbol son de este tono, acertarás seguro, pero si quieres romper con la tradición y sumarte a la corriente decorativa más actual, apúntate al rosa. Envejecido o empolvado triunfará seguro, ya que es el referente del estilo coquette, donde los lazos y las perlas también quieren participar de las festividades.

Otro tono con el que acertarás es el dorado, no tanto con el plateado. El color oro es sinónimo de lujo y opulencia, pero también de luz y alegría. Siempre resaltará más que tonos afines como el amarillo o el naranja. En combinación con el blanco resulta muy elegante. Si prefieres toques más fríos, olvídate del azul y del verde, pues pasarán desapercibidos en las ramas. Ahora lo que se lleva es el negro. ¿Te atreves?

No al espumillón, sí a las luces

Las tiras con flecos de vivos colores están absolutamente anticuadas. En el pasado, el espumillón era el recurso más extendido, dando vueltas alrededor del árbol. Sin embargo, ahora las guirnaldas son más sutiles para no eclipsar el elemento vegetal. En este sentido, las cintas de raso lisas o estampadas son una excelente opción.

Hay quien prescinde de los adornos individuales y adquiere una guirnalda que ya incorpora detalles naturales como rodajas de naranjas secas o piñas. Fuera del árbol, el espumillón también ha sido desterrado o bien ha cambiado su aire metalizado por imitación de abeto. De lo que no nos cansamos es de la luces, cuanto más simples, mejor. Colócalas rodeando espejos y cuadros o en el marco de las ventanas.

No al plástico, sí al fieltro

Esta inclinación por lo natural, tiene sus raíces en el boom de decoración eco y el gusto por la artesanía y el DIY. Es por ello que hay que ir relegando los adornos de plástico y alinearse con ornamentos que transmitan una mayor calidez. En este sentido, el fieltro es el rey. Cada vez pisan más fuerte los objetos realizados con este material, desde flores de Pascua hasta muñecos de nieve.

Otro ingrediente que va conquistando espacio en la Navidad es el papel. Si se te dan bien las manualidades, puedes reciclar revistas y periódicos, hacer estrellas y crear tus propias guirnaldas. Y si lo tuyo es la cocina, una alternativa deliciosa es hacer galletas con formas diversas gracias a los cortapastas y adornar el árbol con ellas.

No a los regalos, sí a las macetas

Que no te engañe el título. ¡Por supuesto que regalos sí! Pero no a los pies del árbol. Siempre se han colocado ahí por una razón: tapar los antiestéticos pies de plástico. La fórmula se popularizó y ahora cuesta imaginarse un árbol de Navidad sin todos esos paquetes envueltos con tanto arte debajo, ¿verdad?

Ahora lo que se impone es que el árbol se yerga sobre una maceta bonita, preferiblemente cerámica o de algún material natural como mimbre o ratán. Es algo habitual en los ejemplares pequeños, pero ahora conquista a los más grandes. En cualquier caso, si quieres resolverlo de forma rápida, recurre a un clásico: la tela. Rodea las patas del árbol con un bonito terciopelo o algún tejido grueso, capaz de hacer aguas bonitas que no se vengan abajo.

No al minimalismo, sí a la personalización

Hubo años en los que la contención estética penetró en el espíritu navideño, invadiéndolo de un minimalismo sofisticado. Esta carencia de exceso ha sido completamente superada, dando paso a estilos más exuberantes, que animan a tirar la casa por la ventana en lo que a interiorismo se refiere. Esta profusión decorativa también inunda la mesa navideña.

 

Mantelerías y vajillas estampadas, centros de mesa llamativos, velas altas en candelabros… La cena de Nochebuena y la comida de Navidad son un momento especial, y para estrechar lazos y favorecer la intimidad, se recomienda que la mesa sea redonda. Si no es posible, cuida que la experiencia sea personalizada, colocando el nombre de los comensales en el servicio de mesa, por ejemplo, con una etiqueta sobre el plato o en el servilletero.

 

Fuente: Pisos.com

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