Puedes reformar tu casa de arriba a abajo por mucho menos dinero de lo que te costaría comprar una casa nueva. Y más ahora, que las ayudas y beneficios fiscales para la reforma de vivienda han aumentado y se han fijado objetivos para mejorar la eficiencia de los edificios.
Si quieres que tu obra se desarrolle sin problemas, debes empezar por planearla bien. Piensa primero en la época del año en la que te causará menos trastorno hacerla: ¿tal vez cuando tienes vacaciones o prefieres el invierno para asegurarte de que puedes estar al tanto? Debes decidir también si es el momento de abordar necesidades como el cambio de tuberías o instalar un sistema de calefacción más eficiente y menos contaminante.
Una vez que hayas tomado esas decisiones básicas, sigue estas indicaciones.
1. Busca profesionales con referencias
Aunque sea una reforma pequeña, busca profesionales acreditados e, idealmente, con referencias de personas de tu confianza que hayan tranbajado con ellos. Es importante que además cuenten con un seguro de responsabilidad civil profesional que les cubra en caso de accidente. Tú, por tu parte, comprueba que tienes un seguro del hogar que cubra los posibles daños que se puedan producir en la vivienda y en la comunidad de vecinos.
Pide siempre que te facturen con IVA. Así podrás deducirte por las obras, solicitar ayudas públicas y, lo más importante, reclamar si la reforma se terminó mal.
2. Solicita tres presupuestos
Una vez tengas clara la reforma, pide, al menos, tres presupuestos diferentes. Solicita que estén detallados por partidas (albañilería, electricidad, fontanería…) y que especifiquen la calidad de los materiales a utilizar. Así podrás compararlos punto por punto y negociar la rebaja de algún apartado concreto.
Respecto a los materiales de la reforma, salvo que tengas la posibilidad de obtenerlos a buen precio, déjalo en manos del profesional, ya que puede obtener importantes descuentos de los proveedores.
3. Fija, por escrito, una fecha de finalización
Una vez seleccionado un presupuesto, inclúyelo como anexo en el contrato de obras. Es vital que este contrato fije una fecha de finalización de la reforma, superada la cual el profesional deberá pagar una penalización (por ejemplo, 60 euros por día de retraso).
Es habitual pagar una entrada que cubra la compra de los materiales, pero no debería superar el 30% del presupuesto total. Asocia el resto de los pagos a la realización de determinadas obras: albañilería, fontanería… Y deja siempre una cantidad pendiente para el final de la reforma.
4. Avisa a tus vecinos
Si la reforma es importante, tendrás que pedir permiso a la Comunidad. Y necesitarás su apoyo unánime cuando las obras afecten a la estructura del inmueble (muros de carga), a la fachada o a los elementos comunes; así como cuando se produce una segregación de la vivienda buscando efectos jurídicos.
Si la reforma es de pequeña entidad (pintar, cambiar las ventanas…) no es preciso pedir permiso a la comunidad. Pero conviene avisar a los vecinos que comparten pared sobre el horario y los plazos de las obras. Tampoco está de más dejarles un número de teléfono por si se produce algún incidente.
5. Mira a ver si necesitas una licencia
Hay reformas que precisan de una licencia de obra mayor, en cuyo caso hay que presentar en el Ayuntamiento un proyecto firmado por un arquitecto. Por ejemplo, hace falta licencia para obras que afecten a la estructura del inmueble (muros de carga), a la fachada o a los elementos comunes; así como las que amplíen el volumen del inmueble o impliquen un cambio de uso (un piso que se transforma en un local, por ejemplo).
El resto de las reformas se consideran de obra menor. Algunas pueden precisar de una licencia de obra menor o, simplemente, de un acto comunicado. Infórmate en tu Ayuntamiento.
6. Aprovecha el Plan Renove
Al coste de los materiales y la mano de obra, deberás sumar el de las licencias y tasas del Ayuntamiento. Y también deberás pagar el Impuesto sobre Construcciones, Instalaciones y Obras, que supone el 4% del presupuesto.
Existe un programa de ayudas para la rehabilitación de los edificios y la mejora de su eficiencia, promovidas por el MITECO y el IDAE, y gestionado por las comunidades autónomas; para las cuales es necesario reducir el consumo de energía; que se demostrará presentando el certificado de eficiencia energética actual y el que habrá después de la reforma.
Estas mejoras van encaminadas a la mejora de la eficiencia energética de la envolvente térmica, para el uso de energías renovables en las instalaciones de calefacción, refrigeración, etc. por ejemplo, mediante el cambio de las calderas existentes por otras que funciones con energías renovables. También gracias a la mejora de la eficiencia en las instalaciones de iluminación.
7. Pide ayudas directas en tu Comunidad Autónoma
Esas ayudas las gestionan las comunidades autónomas, que puede además ofrecer otras ventajas adicionales.
Además, puede ser que tu comunidad autónoma o ayuntamiento ofrezca ayudas para la sustitución de calderas de gas o el cambio de ventanas, por ejemplo. Puedes consultar si están activas en tu comunidad alguna de estas subvenciones.
8. Y benefíciate de las ventajas fiscales
También existe la posibilidad de deducciones en el IRPF y descuentos en el IBI. En el caso del IRPF, es posible deducir un 20% de las cantidades pagadas para las obras de mejora de eficiencia energética de tu vivienda habitual o de algún piso que tengas intención de alquilar antes de 31 de diciembre de 2024. No se puede deducir por las obras en viviendas que se dedican a actividades económicas ni en garajes, trasteros o jardines.
Los gastos que se pueden incluir deducir son todos los necesarios para poder realizar las obras de mejora como los honorarios de profesionales, proyectos, dirección de obra y por supuesto la ejecución de la obra y los materiales utilizados en ella.
Además de esa ventaja fiscal, algunos ayuntamientos aplican algunos descuentos en el Impuesto de Bienes Inmuebles si se ha acometido su rehabilitación.
Fuente: Organización de Consumidores y Usuarios (OCU)
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