Por qué le llamamos colaboración pública-privada cuando es colaboración privada-pública

“Muchos miran al empresario como el lobo que hay que abatir; otros lo miran como la vaca que hay que ordeñar; pero muy pocos lo miran como el caballo que tira del carro”. La frase se le atribuye a Winston Churchill.

Frase quizás demasiado actual, ya que muchos empresarios se identifican, hoy más que nunca, con esta afirmación. Pero miremos las cosas desde otro enfoque, y parafraseemos.

“Muchos miran al político como el lobo que hay que abatir; otros lo miran como la vaca que hay que ordeñar; pero muy pocos lo miran como el caballo que tira del carro”.

Seguramente también muchos políticos se sientan identificados con esta versión de la frase y muy probablemente todos (empresarios y políticos) tengan razón.

Unos de los mayores problemas que tenemos como país, es que no hay conexión entre los políticos y el empresariado español. Somos ‘sospechosos habituales’ unos de otros. De verdad, si queremos resolver los problemas reales de los ciudadanos, o trabajamos juntos, o no superaremos los grandes retos de la sociedad. Por supuesto, incluida la falta de acceso a la vivienda, en especial para los jóvenes.

El mercado es imperfecto, pero es eficiente, porque se mide por la cuenta de resultados de las empresas. Si un empresario monta una empresa y esta empresa no se adapta al mercado, desaparece, y si un CEO coge las riendas de una corporación y esta no obtiene los resultados esperados por los accionistas, estos les despiden.

La política también es imperfecta, pero desgraciadamente es mucho más ineficiente, porque se mide en votos, no por la cuenta de resultados. Hemos visto a lo largo de la historia gestiones ineficaces que han sido premiadas y los partidos políticos de los malos gestores, se han perpetuado muchos, muchos años, dejando a los países famélicos en términos económicos.

La vida económica va por un lado y los votos por otro totalmente distinto.

En España hemos pasado del puesto 8 en 2008 al 15 en 2023 en el ranking de países más ricos en términos de PIB, y si lo medimos en términos de PIB/Per Cápita hemos bajado hasta el puesto 37.

Para ser CEO de una gran corporación existe una gran preparación previa, y no es habitual llegar a ese puesto antes de los 50 años. Sin embargo, en las democracias actuales cualquiera puede ser ministro (y lo hemos y estamos sufriendo en España), con una formación, muchas veces por su edad, que deja mucho que desear.

Así que, ¿no deberíamos de tener unos requisitos mínimos para ejercer un cargo público? Ahí dejo el debate. Al final nuestro presidente del Gobierno no deja de ser nuestro CEO.

Nunca, nunca hay que olvidar que de nada sirve repartir riqueza si no somos capaces de generar riqueza. Y, en España, cada vez somos más pobres, o al menos eso es lo que marcan los datos objetivos.

Esta introducción viene al pelo para desgranar la frase de moda en inmobiliario: Vivienda en alquiler en colaboración pública/privada. Frase que no es correcta y que deberíamos sustituir por: Vivienda, me da igual en alquiler que en compra, en colaboración privada/pública, ya que, en la colaboración en construcción de vivienda tiene mucho más peso lo privado que lo público.

Un ministerio, una comunidad o, incluso, un ayuntamiento solo tiene el impacto en la vivienda en la definición de la norma (leyes, leyes autonómicas y ordenanzas) y si es poseedor de suelo público.

Estos suelos públicos que, además, normalmente son las reservas municipales y supramunicipales, son sufragados por todos los compradores privados de vivienda, mientras que la iniciativa privada se las cedemos a los ayuntamientos libres de cargas de urbanización para que las empiecen a sacar al mercado (cosa muy loable). De hecho, el Plan Vive marcó el camino, pero no habría que olvidar que los trabajos de urbanización los desarrollan las juntas de compensación (privados), ingenierías (privados), constructoras (privados), financiado por juntas compensantes (privados/públicos).

Los trabajos de edificación los hacen promotores (privados), arquitectos (privados), tasadores y monitoring (privados), y constructoras (privados). Y, lo más importante, financiadores (privados.)

Esto tiene mucha importancia, ya que el negocio de construir las ciudades necesita gran consumo de capital e históricamente este ha salido de manos privados (el presupuesto para vivienda por parte de los PGE ha sido históricamente ridículo). Por cierto, nuestro modelo de construcción de más de 3 millones de viviendas asequibles en la democracia, con cero coste a la Administración, es un éxito brutal que empiezan a copiarnos en Europa y aquí parece que lo denostamos.

Evolución de la partida de vivienda en los PGE
 
Gráfico realizado por ASPRIMA para su dosier de captación de inversores, proyecto TRINITY ASPRIMA

 

En un momento donde debemos duplicar la producción, porque el problema de vivienda es la falta de oferta, o atraemos inversión extranjera en volúmenes relevantes, o haremos la exigua producción actual de 90.000 viviendas en toda España, 17.000 en la Comunidad de Madrid. El problema fundamental es que no generamos la suficiente oferta. O atraemos inversión extranjera a raudales, o no haremos vivienda.  Y, desde luego, lo único que buscan los fondos institucionales es seguridad jurídica de lo público y conocimiento y buen hacer del privado.

Me estoy acordando de una anécdota que viví hace un par de semanas, que creo que es muy ilustrativa. Un ayuntamiento acababa de anunciar su proyecto sobre bienes demaniales (no se pueden enajenar) para hacer vivienda joven y desde ASPRIMA motivamos una reunión entre este ayuntamiento y nuestros promotores/inversores asociados que se dedican a este tipo de proyectos para que compartieran experiencias.

Por un lado, el ayuntamiento explicaba cuáles eran las líneas generales del pliego (con transparencia a todos los miembros de la asociación y, por supuesto, sin ningún tipo de ventaja sobre la información pública) y los inversores/promotores anticipando los problemas existentes hoy en día para que el pliego sea un éxito (el peor pliego es el que se queda desierto).

Pues bien, en un momento de la conversación donde se debatía el plazo, que si 40, 50, 60 años, los tipos de interés y otras temáticas, un joven representante de un fondo lanzó esta reflexión:

  • El plazo es importante, pero también lo es indicar claramente en el pliego cómo serían las prórrogas, si las hubiera, o como se deben dejar los activos al ayuntamiento a la finalización del contrato.

El representante del ayuntamiento, en un tono distendido, contestó:

– Que pregunta, pareces alemán, quién va a pensar lo que va a ocurrir dentro de 70 años.

A lo que replicó, con inocencia, el joven representante del fondo:

– Es que mi fondo es alemán y es lo primero que me va a preguntar.

Esta anécdota debe ilustrar que o empezamos a ponernos las pilas, todos, tanto privados como públicos, para actuar con mayor colaboración, transparencia, seguridad jurídica y buen hacer, con la mentalidad de responder a qué buscan los inversores, o no arreglaremos los problemas de la vivienda.

Así que empecemos a llamar las cosas por su nombre y es que en vivienda debemos buscar colaboración privada/pública, porque lo importante es quien pone la pasta y aunque parezca mentira, la pasta para el quinto pilar del estado de bienestar (la vivienda) lo ponen los privados. Por lo menos por ahora.

Siguiendo la morada de Sócrates, lo que he escrito es verdad, útil y bondadoso. Yo creo que sí; ¿tú qué opinas?

Fuente: Idealista

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