El papel que jugó Islandia en la llegada a la Luna

BLOG TENERIFE SUSNETHOME KELLER WILLIAMS

En esta tierra remota en el medio del océano Atlántico fue donde Armstrong y otros astronautas se entrenaron antes de su llegada a la Luna en 1969.


Islandia


Casi todos saben el nombre del hombre que dio un “pequeño paso“ sobre la Luna y un gran paso para la humanidad en 1969, pero muchos desconocen que Neil Armstrong se encontraba pescando salmones en Islandia justo dos años antes de aquella gesta. Lo cuenta Egill Bjarnason en su libro Cómo Islandia cambió el mundo (editorial Capitán Swing).

No es que Armstrong estuviese de vacaciones en esta hermosa y aislada isla cuyos volcanes, de nombres impronunciables, suelen poner en jaque al tráfico aéreo. En los últimos años Islandia se ha puesto muy de moda entre los turistas de todas partes del planeta, tanto para visitarla en invierno (algo menos, temperaturas mediante) o en verano. Pero en este caso hablamos de los años 60 e Islandia seguía siendo una gran desconocida para el común de los mortales. ¿Qué hacía allí entonces el americano (aparte de pescar salmones)?

El astronauta era uno de los muchos profesionales de la NASA que estaba pasando allí el verano: el organismo había encontrado en la isla un paisaje que se parecía mucho al lunar: sin vegetación, sin vida, sin puntos reconocibles… Y no es de extrañar: cualquiera que visite estas tierras se percatará por ejemplo de los escasos árboles del entorno.

Comenta Bjarnason que el término paisaje lunar “se usa mucho para describir infinitos desiertos islandeses modelados por erupciones volcánicas y cubiertos por distintas capas de lava”. Según documentos de la NASA, las regiones volcánicas islandesas son unos campos de entrenamiento fabulosos para los astronautas y sus futuras misiones, debido a la desecación de la zona, las temperaturas extremas, la escasez de nutrientes y la juventud geológica del terreno.

El lugar donde los astronautas se entrenaban en la región de Askja, que forma parte del Parque Nacional de Vatnajökull, declarado Patrimonio de la Humanidad en 2019. Básicamente un desierto negro que recorrieron en Land Rovers por un camino rocoso que les supuso, y supone hoy en día, (la carretera ha cambiado poco), unas tres horas de trayecto. Cuando llegaron al medio de la nada, allí era: solo había tres cabañas de madera, una sirve de servicio de información del parque y está abierta cuando el guarda forestal pasa por allí. Es decir, de vez en cuando.

La NASA envió allí los astronautas para que recibiesen formación geológica, según cuenta el autor en su obra. La mayoría de los astronautas eran pilotos y una de sus misiones en la Luna era recoger rocas pero como no sabían cuánto tiempo podrían estar allí, debían aprender cómo seleccionar las muestras adecuadas de forma rápida.

Uno de los entrenamientos que tenían se llamaba “juego de la luna”. En esta actividad los astronautas se dividían por parejas y se les dejaba en cualquier lugar aleatorio del inmenso paraje, sin darles explicación de dónde estaban exactamente, y allí tenían que recolectar rocas y posteriormente explicar razonadamente por qué habían elegidos unas rocas y no otras. Este curso acelerado con rocas islandesas fue crucial “en un momento en que los geólogos no tenían ni idea de la composición de la luna”, cuenta Bjarnason.

Paisaje de Islandia


Rumbo a Marte

Pero esas no fueron las únicas expediciones de la NASA en Islandia, las hay mucho más recientes: de hecho y con la vista puesta en Marte, el prototipo del astromóvil Mars 200 se probó en unos terrenos del interior del país, que, en teoría, se parecen a cómo fue Marte antes de transformarse en el planeta rojo que es en la actualidad.

Los glaciares islandeses, sus volcanes y fuentes termales (uno de los lugares más utilizados por los oriundos al terminar el día y que hacen las delicias de los turistas cuando pasan por el país), son tal y como fue la superficie de Marte hace 3.000 millones de años, cuando aún había agua en la superficie del planeta. Además de las similitudes en el terreno, Islandia y Marte también comparten las cuevas que se forman cuando la lava se mueve por debajo de la superficie. Los científicos confían en que esos túneles de lava puedan ser de ayuda en futuras misiones espaciales.

Entre tanto, y como lo de Marte no está a la vuelta de la esquina ni al alcance de todos, lo mejor para sentirse como en la Luna o en el planeta rojo es dejarse caer por Islandia. Nos pilla mucho más cerca y no es tan inhóspita aunque viendo su paisaje, nadie lo diría.


Fuente: Idealista.com


Comparar listados

Comparar
Abrir chat
1
¿necesitas ayuda?
SUNSET
Hola
¿En qué podemos ayudarte?